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Amazônia: El triunfo de Sebastião Salgado

El grito del corazón del famoso fotógrafo es un relato conmovedor del esplendor y la fragilidad de uno de los ecosistemas más preciados del mundo.

Por Michael J. Agovino

Sebastião Salgado, uno de los fotógrafos preeminentes del mundo, se encuentra igualmente a gusto en el mundo del periodismo, de los documentales y del arte. Si existe un hilo conector en su obra (pensemos en "Trabajadores" (1993), “Terra” (1997), “Éxodo. En el camino de la migración” (2000), “Génesis” (2013) y “Kuwait. Un desierto en llamas” (2016) por nombrar solo una parte) es poner de relieve la vida de la humanidad explotada y la devastación de sus entornos naturales.

Este hombre de 79 años quedó inmortalizado en 2014 en La sal de la Tierra, una documental realizada por el cineasta alemán Wim Wenders en colaboración con el hijo de Salgado, Juliano Ribeiro, que mereció una candidatura al Premio Óscar al mejor largometraje documental.

Su proyecto más reciente, Amazônia, es posiblemente el más ambicioso y personal de su larga y destacada carrera; Zurich Insurance Group (Zurich) se enorgullece de ser su principal patrocinador mundial. Salgado pasó siete años documentando y conmemorando los pueblos indígenas y la diversidad de paisajes cada vez más frágiles de los bosques húmedos amazónicos de su Brasil natal.

Fue un emprendimiento arduo, tanto logística como físicamente. Si bien el 60 por ciento de los bosques húmedos de la Amazonia se encuentran en Brasil, también abarcan parte de nueve otros países. Ocupan una superficie más de ocho veces el tamaño de Francia, y contienen una décima parte de todas las especies vivientes de fauna y flora. Su población suma hoy 137 000 habitantes (eran cinco millones en el siglo XVI) y 188 grupos; de estos los Yanomami sean posiblemente el más conocido. Dichos grupos hablan 150 idiomas diferentes.

Salgado contó con la ayuda de FUNAI, la Fundación Nacional de Pueblos Indígenas, que asistió en la coordinación de sus desplazamientos y sirvió de intermediario con las diversas comunidades locales. Efectuó muchos viajes a la selva, algunos por cuatro o cinco semanas, en compañía de antropólogos, intérpretes, por lo menos dos barqueros, un cocinero y varios expertos forestales. Los grupos indígenas son especialmente susceptibles a los virus y bacterias externos y, por lo tanto, Salgado y compañía tuvieron que someterse a exámenes médicos exhaustivos además de pasar una semana en cuarentena antes de partir con rumbo a la selva.

Contaron incluso con la colaboración de la Fuerza Aérea brasileña que les dio acceso a vistas aéreas. El resto quedó en manos de Salgado y la empatía de su lente, que captó chamanes y ceremonias, tormentas bíblicas y cumbres elíseas.

El resultado reúne más de 200 deslumbrantes fotografías en blanco y negro, el medio clave de la estética de Salgado, que presentan una densidad y tonalidad casi pictóricas. No es de sorprender que en 2021, Salgado, basado en París, fuera galardonado con el prestigioso Praemium Imperiale en la sección de pintura; sí, en efecto, pintura. Esto no es inusitado para un fotógrafo, ya que dos gigantes del arte contemporáneo, Cindy Sherman y el videocreador Shirin Neshat, también recibieron este honor hace unos años, pero es ciertamente inusual y subraya la profundidad y dimensión de la obra de Salgado.

Amazonia exhibition landscape with mountains

Cordillera de Marauiá. Territorio indígena Yanomami, Municipio de São Gabriel da Cachoeira, Estado de Amazonas, Brasil, 2018.

Si bien las fotografías están profundamente ancladas en la Amazonia, al mismo tiempo son sobrenaturales, sea ello en las formaciones nubosas casi irreales, incluso hiperreales, suspendidas por encima del Archipiélago de Marauiá (arriba), la luz celestial de la Serra do Marauiá (aquí arriba) o en el imposible recorrido serpenteante del río Cauaburi (aquí abajo). ¿Acaso alguna vez se ha captado mejor el dramatismo y el poder de un ecosistema?

Salgado casi perdió un ojo en el emprendimiento, y pasó por dos operaciones en la rodilla, pero la experiencia lo ha cambiado. “Puedo decir sin vacilar, incluso después de una carrera repleta de experiencias extraordinarias, que nada me ha dado la felicidad que he sentido al colaborar con la docena de comunidades indígenas retratadas en este libro", escribe. “Por su intermedio, gracias a ellas, me he reconectado con mi propia prehistoria. He vuelto a descubrir las vidas que llevamos hace miles de años.”

Las imágenes están acompañadas por la banda sonora original de los sonidos naturales de la selva, concebida por Jean-Michel Jarre. Si bien las fotografías son formalmente gratificantes, estos sonidos completan la obra y le confieren una autenticidad rara vez vista (u oída) en una galería o museo. Lélia Wanick Salgado, la esposa de Salgado, asumió el cargo de comisaria y diseñadora, y cuando ideó el movimiento de los visitantes por el espacio de la exposición, buscó su inmersión total no solo en las imágenes de la Amazonia sino también en los sonidos naturales del viento, de la flora, de la fauna silvestre, de la lluvia, de las cascadas. El visitante se ve envuelto en una experiencia sensorial fastuosa.

La exposición, ya vista por más de un millón de visitantes, se inauguró en 2021 y se embarcó en una gira mundial que incluyó el Museo MAXXI de Roma y el Museo de Ciencias de Londres con un espectáculo musical allí, en el Barbican Centre; de allí se desplazó al Sesc de São Paulo, Rio de Janeiro, Avignon, Madrid, Los Ángeles, Milán y Zúrich. Cabe señalar que algunos sitios ofrecen un nuevo aspecto de la exposición; se trata de “Amazônia táctil", el primer tomo fotográfico que consiste en placas de bronce concebidas y diseñadas para personas ciegas y con dificultades de visión. Se trata de una colaboración entre los Salgado y la Fundación Visio, una organización dedicada a ampliar el acceso a las actividades culturales para las personas con discapacidad visual, y presenta 21 paneles que ofrecen al visitante una experiencia de lectura táctil.

Actualmente se encuentra en el Salone degli Incanti, de Trieste, en Italia, hasta el 13 de octubre de 2024.

Luego le tocará el turno al Museo Nacional de Singapur (22 de noviembre al 2 de marzo de 2025), y al Museu Maritim de Barcelona (2 de diciembre al 29 de septiembre de 2025).

Photograph by Sebastião Salgado part of Amazônia exhibition

Río Cauaburi, Territorio indígena Yanomami, Estado de Amazonas, Brasil, 2018.

Si no lograra llegar a una de estas exposiciones, piense en el catálogo de 528 páginas, una alternativa impresionante pero algo contundente que, al igual que muchos de los proyectos pasados de Salgado, recibió el gran tratamiento Taschen.

Si bien la obra no es de naturaleza manifiestamente política, es sumamente oportuna y, a su manera, hace las veces de convocatoria a la acción: Preservemos y protejamos este ecosistema delicado y vital y por ende, el planeta propiamente dicho. O como escriben Sebastião y Lélia en la página de dedicatoria del catálogo de Taschen: “Es una celebración de la supervivencia de sus culturas, costumbres e idiomas. También es un homenaje a su papel de custodios de la belleza, los recursos naturales y la biodiversidad del mayor bosque húmedo del planeta, de cara al ataque incesante del mundo exterior.”

Los Salgado también están tratando de marcar la diferencia. En 1998 fundaron el Instituto Terra, una organización sin fines de lucro, en una antigua propiedad ganadera de la familia en otro bosque húmedo, Mata Atlântica o Selva atlántica, diezmado con los siglos. Desde entonces, se han plantado más de dos millones de árboles y se ha restaurado parte de un ecosistema a cuyo hábitat han regresado más de 250 especies de fauna silvestre. Zurich se incorporó a sus empeños en 2020, y el Proyecto Forestal Zurich contribuirá otro millón de árboles y ayudará en la expansión continua del Instituto.

En 2021, Salgado se reunió con Mario Greco, gerente general del Grupo Zurich para “Planeta futuro” y debatieron lo que podemos hacer inmediatamente para luchar contra el cambio climático y salvar el medio ambiente. En un determinado momento Salgado dijo “Es muy importante tener una idea. Pero no basta. Debemos tener socios… que tengan tantas ansias como nosotros de reconstruir el planeta.”

Zurich es uno de esos socios, y asume este papel con entusiasmo.

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