Una colaboración optimista: una historia de silvicultura, amor y redención
SustainabilityArticle1 de septiembre de 2021
A través de una combinación de amor por el planeta y optimismo por nuestro futuro, una colaboración entre un amante de los bosques y una compañía aseguradora está ayudando a reforestar uno de los pulmones verdes más amenazados del mundo.
“Amor com amor se paga” dicen los brasileños en un refrán que también tenemos los hispanohablantes. Y si de lo que hablamos es del cambio climático, no se puede negar que los árboles nos benefician a todos al absorber dióxido de carbono (CO2), un gas que aumenta el calentamiento global. A cambio de este favor, ¿qué hacemos nosotros por los árboles? A menudo los perjudicamos. Los bosques cubren casi un tercio de la superficie terrestre del planeta, pero están desapareciendo: los talamos para plantar cultivos o para ampliar las ciudades. Sin embargo, replantar árboles supone ayudar al planeta y también a nosotros mismos.
Esta es la finalidad de un ambicioso proyecto de reforestación en Brasil, que cuenta con el apoyo de Zurich. Junto con el Instituto Terra, una organización sin fines de lucro, Zurich Insurance Group está posibilitando la plantación de un millón de árboles nativos en 700 hectáreas de tierra (7 km2, aproximadamente) en el estado brasileño de Minas Gerais. La iniciativa nos permite devolver a los árboles, con un poco de afecto, todo el bien que nos hacen a todos.
El llamado proyecto Bosque de Zurich (The Zurich Forest) en Brasil, tomará ocho años para completarse. Es parte de un ambicioso plan que busca reforestar una pequeña sección de lo que un día fue uno de los mayores pulmones verdes de la Tierra: la exuberante Mata Atlântica o bosque atlántico, que antes cubría más de 3000 kilómetros de norte a sur. Cuando los colonos europeos llegaron, hace 500 años, los bosques brasileños se contaron entre los primeros afectados por la destrucción, ya que encontraron en la vegetación un valioso material que fue usado para fabricar un tinte rojo. Más tarde, mayor parte del terreno se perdió ante las plantaciones de caña de azúcar y de café, y luego las de soja y otros cultivos. Además, se taló y quemó superficie para crear pastos en los que alimentar al ganado. La frondosa selva se convirtió en poco más que un recuerdo. Algunas estimaciones indican que menos del 10 % de la superficie del bosque atlántico ha sobrevivido hasta hoy.
Dos personas muy determinadas decidieron generar un cambio positivo. Se trata del conocido fotógrafo brasileño Sebastião Salgado y de su esposa, Lélia, una arquitecta. Ellos, en principio, no planeaban reforestar un bosque. A pesar de contar con un Máster en Economía, Sebastião ha convertido la fotografía en su profesión, pero el origen de su relación con las cámaras comenzó casi por azar.
A finales de los 60 la joven pareja cambió Brasil por París. Fue Lélia la que compró la primera cámara fotográfica, pero Sebastião se sintió más atraído por ella. El economista de formación comenzó a tomar fotografías y a vender sus imágenes a los periódicos. En sus fotografías, uno puede pensar que así es como ve el mundo un economista enfebrecido. Suelen ser en blanco y negro y retratar paisajes e individuos como sistemas completos. Por su tamaño, muchos las describen como “bíblicas”. Quizás puedan considerarse hasta un antecedente de su proyecto forestal, que, tal como lo describe Sebastião Salgado, se centra en los “ecosistemas”.
Cumplir un sueño
El origen de su sueño de replantar el bosque se remonta a la añoranza que invadió a la pareja cuando heredaron la granja de los padres de Sebastião Salgado, en Brasil. “Mi padre tenía una hermosa granja, crecí en un paraíso”, relató a los directivos de Zurich en 2019, en una sesión en la que conoció a los líderes de la empresa. Sin embargo, cuando en los 90 pisaron de nuevo la hacienda Bulcão, que ocupa la cuenca del río Doce, el páramo que se desplegaba ante sus ojos se parecía más al infierno que al paraíso. Un perito agrícola dio a la finca por muerta, pero Sebastião había regresado hastiado de lo que había contemplado en su labor como fotoperiodista, de la miseria que sembraban los humanos en sitios como Ruanda o los Balcanes. Necesitaba un cambio. Lélia propuso a su marido que reforestar el bosque podía servirle de terapia. Así comenzó la carrera de Sebastião, el amante de los bosques.
El proyecto daba vértigo. Para materializar su idea y sortear los enormes desafíos, el matrimonio fundó el Instituto Terra en 1998, pero necesitaban financiación, entre otras cosas. A fin de recaudar dinero con el que plantar árboles, Sebastião llegó incluso a subastar un modelo especial de una cámara que le había regalado una empresa fabricante. Desde entonces, el proyecto ha crecido gracias al apoyo de la comunidad, del Estado y de particulares. En su presentación ante los directivos de Zurich, Salgado aprovechó su experiencia como fotógrafo haciendo hincapié en que “cuando retratas caras, te das cuenta de que no sonríen todo el tiempo” y les mostró una imagen que revelaba el vergel en el que había transformado las lomas yermas de la antigua granja. En aquel momento, sonrieron muchos de los directivos que asistían a la reunión y se escucharon aplausos.
Carsten Schildknecht, CEO Zurich Alemania, fue uno de los ejecutivos de Zurich que presenció aquella ponencia. “Aquello me emocionó mucho, me convenció enseguida”, comenta. Schildknecht estaba tan impresionado que no lo pensó dos veces: Zurich Alemania y su plantilla de cerca de 4500 empleados encabezarían la cooperación con el Instituto Terra. “El mundo está en proceso de aprender, pero, desde una óptica optimista, si pensamos que incluso un gesto mínimo puede marcar la diferencia, lograremos construir poco a poco un futuro mejor juntos”, afirma.
“Estoy muy orgulloso de apoyar al Instituto Terra y a su proyecto”, agrega Edson Franco, CEO Zurich Brasil, quien se sintió también cautivado por la presentación de Salgado. “Se alinea a nuestro propósito y esta colaboración única ayudará a recuperar y proteger el Bosque Atlántico, especialmente rico en biodiversidad y especies endémicas, muchas de ellas en peligro de extinción”.
Hasta la fecha, el Instituto Terra ha plantado 2,5 millones de árboles y el proyecto del Bosque de Zurich sumará un millón más. La mayor parte del territorio ha sido declarada Reserva Particular del Patrimonio Natural de Brasil, y también está regresando la fauna autóctona. La zona es hábitat de 172 especies de aves (de las cuales, seis están amenazadas) y de 33 especies de mamíferos (de las cuales, siete están en peligro de extinción). Este último grupo incluye a los jaguares, que pueden extinguirse como consecuencia de la destrucción de su hábitat.
Un árbol por cada empleado de Zurich
Dentro del millón de árboles que se plantarán en el marco del proyecto del Bosque de Zurich en Brasil, habrá uno por cada uno de los 55.000 empleados de Zurich. El resto se ofrecerán a los clientes que elijan plantar árboles cuando contraten una póliza. Como hemos visto, sobre los bosques se pueden contar historias tristes y nostálgicas, o de redención y esperanza, cuando se recuperan. Salgado sabe lo agotador que es cuidar de los árboles y lo compara con criar a un hijo. Es una experiencia que requiere conocimientos y tiempo. Los primeros árboles son los “pioneros”, la primera generación gracias a la que es posible plantar la segunda y, si todo va bien, la tercera. La última generación incluirá los árboles del Bosque de Zurich. Si el proyecto prospera, los árboles que Zurich va a ayudar a plantar podrían vivir durante 500 o incluso 1000 años; los árboles viven muchísimo tiempo. Para entender a los árboles, los humanos también tenemos que pensar a largo plazo, y más si ello afecta al futuro del planeta. También hay un refrán brasileño que ilustra esta situación: “A quem sabe esperar ensejo, tudo vem a seu tempo e desejo” (cercano al “Quien espera puede alcanzar lo que desea” en castellano). Aquí, la larga espera está llegando a su fin. Los árboles están regresando.
Información adicional sobre Bosque de Zurich y la familia Salgado
Obtén más información sobre el proyecto del Bosque de Zurich.
Sebastião Salgado ocupó el lugar central de un galardonado documental del director de cine Wim Wenders, en el que participó Juliano Ribeiro Salgado, hijo de Salgado. La película recibió muchos premios, tres de ellos en el Festival de Cannes, y el tráiler puede verse aquí.
Las fotografías de Sebastião Salgado se han publicado en muchas obras, por ejemplo, en el libro Génesis, y él ha recibido honores como el Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán (Friedenspreis des Deutschen Buchhandels) en 2019.