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Cuando la amistad no conoce fronteras

Cuando estalló la guerra en Ucrania, Araceli Cordero, empleada de Zurich España, animó a su amiga Mariia a dejar Ucrania y venir a vivir con ella a Madrid. “Tú solo ven y nosotros nos encargaremos del resto”, dijo Araceli, y fiel a su palabra, eso es exactamente lo que sucedió.

Por Tim McMahon

Araceli y Mariia se conocieron en 2001. “Acababa de dar a luz a mi hijo Carlos y necesitaba una niñera para poder volver a trabajar”, explica Araceli. “Conocí a Mariia a través de un contacto mutuo que estaba ayudando a los ucranianos a encontrar trabajo en España. Me gustó de inmediato. Su rostro tenía una luz especial y mi instinto fue darle el puesto, y ¡así lo hice!

Resultó ser una decisión muy acertada. “Vivió en nuestra casa durante los siguientes dos años y me ayudó”, dice Araceli. “Durante el primer mes, le enseñé algo de español básico, conoció a Carlos y le mostré en qué necesitaba ayuda. Ella era estupenda; honesta, trabajadora y amable: me encantaba que estuviera con nosotros. Fue una enorme ayuda para mí en ese momento de mi vida y nos hicimos muy amigas”.

Cuando la madre de Mariia falleció inesperadamente en 2003, regresó a Ucrania para el funeral y acabó quedándose. “Seguimos en contacto a través de correspondencia regular, fotos, teléfono y videollamadas. Vimos cómo se desarrollaban nuestras vidas y conocimos a los hijos y familiares de cada una, aunque desde la distancia”.

Una gran decisión

Esa distancia se redujo en marzo cuando Mariia y su familia se fueron a vivir con Araceli a Madrid.

“Cuando empezó la guerra en febrero, le dije a Mariia, ‘vente a Madrid’. Pero su esposo y su hijo debían quedarse en el país para ayudar en la guerra y ella no quería dejarlos.

Sin embargo, a medida que el conflicto se acercaba a su hogar en el oeste de Ucrania, Mariia y su familia tomaron una decisión difícil: viajaría a España con su nuera y sus dos nietos. “Esperaban que no fuera por mucho tiempo, pero consideraron que era mejor marchar hasta que la situación se resolviera”.

Su hijo los llevó hasta la frontera polaca, desde donde se dirigieron a Varsovia. “Tengo amigos polacos aquí en España cuya familia vive en Varsovia, y la nuera de Mariia también tiene un amigo allí”, explica Araceli. “Se encontraron con Mariia y la ayudaron a comprar los billetes hacia Madrid”.

¡Compraron el vuelo más barato posible, por lo que volaron primero 4,800km hasta Tenerife y luego directamente los 2,000km de regreso hasta Madrid! “Cuando llegaron, habían estado viajando durante tres días y medio. Estaban muy cansados, pero cuando Mariia y yo nos vimos, la emoción nos envolvió, nos echamos a llorar y nos abrazamos. Estaba tan feliz de verla y aliviada de que estuvieran a salvo.”

Una mano amiga

Desde que llegaron, Mariia, su nuera y sus nietos hablan todos los días con la familia en Ucrania. “Al principio todos pensamos que estarían en España por unas semanas, o tal vez un mes, ¡me refiero a que aparecieron con una sola maleta de ropa para cuatro personas!”

Afortunadamente, Araceli ha estado ayudando a su amiga. “Los hemos registrado en el Gobierno español y les hemos dado un lugar para quedarse. Mi familia conoce a Mariia desde hace 20 años y le tienen tanto aprecio como yo. Actualmente, la casa de mi tío está vacía ya que él está en una residencia, por lo que se la ha cedido para que puedan quedarse allí”.

Araceli cubre el coste de los suministros, mientras que el apoyo adicional de la Z Zurich Foundation a Mariia y a su familia marcan una gran diferencia. “No puedo describir con palabras lo agradecida que estoy a la Z Zurich Foundation; su apoyo ayuda mucho a Mariia y a su familia”.

La vida continúa

Desde que llegaron hace cuatro meses, las gestiones de papeles para todos y la cobertura médica están en orden, la familia está aprendiendo español y los nietos han comenzado la escuela. Y aunque están increíblemente agradecidos a todos los que les están ayudando, es difícil integrarse completamente o encontrar trabajo sin hablar el idioma.

“Cada día es un nuevo reto”, dice Araceli. “Quizás necesitan hablar con profesores, médicos o potenciales empleadores y no pueden expresar su punto de vista. Yo estoy allí siempre que puedo, es una gran ayuda cuando yo puedo traducirles.”

A pesar del peligro, Mariia y su familia regresan a Ucrania. “El marido de Mariia no se encuentra bien y su nieto necesita rendir un examen en la escuela que le permita estudiar biología en la Universidad”, explica Araceli.

“Además, su nuera, que es violinista profesional, ha sido seleccionada para formar parte de la Orquesta Ucraniana por la Paz que estará de gira por Europa y EEUU este verano y cuyos ingresos por los diversos conciertos se destinarán a los refugiados ucranianos, por lo que es un enorme honor para ella”.

“Nuestra gran esperanza es que se reestablezca pronto la paz”, concluye Araceli. “Quiero mucho a Mariia. Entiendo porque debe volver a casa, y ella sabe que mi puerta estará siempre abierta para ella y para su familia cuando lo necesite.”

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