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Mujeres que abren brecha: una vida en el carril de alta velocidad

Alondra Gutiérrez Carrillo es una de las pocas mujeres que llega a la escena de un accidente en moto.

Se les conoce como ajustadores. Atraviesan el intenso tráfico de la Ciudad de México y llegan al lugar del accidente de tránsito. No son policías ni paramédicos en realidad son ejecutivos de seguros, expertos en siniestros que están para ayudar a los clientes –y casi siempre son los primeros en llegar.

Algunos llegan en auto, otros en motocicleta. Y solo uno de estos ajustadores en una ciudad de 10 millones, es mujer. Su nombre, Alondra Gutiérrez Carrillo.

Llegar pronto a la escena del accidente podría requerir que Alondra transite por calles peligrosas, mal clima, barrios inseguros y situaciones posiblemente riesgosas en su Suzuki GXR 600cc, ¡pero a ella le encanta!

El papel de Alondra es determinar la responsabilidad en el accidente y empezar el proceso de pago del seguro. Esto requiere una comprensión profunda de las leyes de tráfico locales pare asegurar que los clientes no sean acusados injustamente de haber causado el accidente.

Las emociones a veces están a tope en el lugar del siniestro, lo que significa que Alondra a veces tiene que involucrarse en situaciones volátiles.

“Me enfoco en resolver problemas y ayudar a la gente,” dice Alondra, que ha trabajado en Zurich México desde 2017. “Tienes que entender que no todos reaccionan igual en circunstancias difíciles. Si encontramos un incidente potencialmente peligroso, pedimos el apoyo de la policía local, pero por experiencia sabes cómo manejar estas situaciones.”

De hecho, el impacto de ver a una mujer bajo el casco puede ayudar a suavizar algunas situaciones. “¡Algunas personas se sorprenden de que yo incluso pueda andar en moto!” ríe Alondra. “Pero significa que me preguntarán cuando aprendí a manejar, cómo me convertí en ajustador, o hablamos de motos. Esto ayuda a distraerlos del hecho de haber sufrido un accidente y a reducir el estrés y pasar el tiempo.”

Nació para ir en dos ruedas

El amor de Alondra por las motocicletas empezó en su juventud. Cada vez que iba al local de videojuegos, se dirigía a los juegos de carreras de motos – y siempre escogía la motocicleta rosa. Su amor por las dos ruedas se selló cuando le regalaron una moto eléctrica rosa para Navidad.

Pero su mayor influencia fue su abuelo Ramón Carrillo y Dávila, quien también fue ajustador. “Siempre escuchaba de Io mucho que amaba su trabajo, incluso si tenía que trabajar en días festivos. Recuerdo que hasta en Navidad, si su radio sonaba, debía dejarnos –pero lo disfrutaba,” recuerda Alondra.

“En las tardes, cuando no estaba en el trabajo, organizaba la documentación del día en su escritorio, e incluía fotos del choque que él mismo tomaba con su cámara polaroid. Siempre me emocionaba escuchar las historias de su día de trabajo.”

Pero en ese tiempo, todos los ajustadores en moto eran hombres –no había modelos femeninos a seguir o que inspiraran a la joven Alondra. Hasta que se topó con un caso de identidad equivocada. Cuando tenía 12 años, Alondra vio a una mujer en moto y con un traje rosa.

“Creí que era un ajustador como mi abuelo, así que, en ese momento, supe que yo también quería ser una ajustadora en moto.” La motociclista en el traje rosa de hecho era una promotora de una estación de radio local –pero era demasiado tarde, la carrera de Alondra ya estaba decidida.

Alondra se montó en su primera moto a los 17 años, cuando su amigo le dio una clase informal de tres horas. Dos años después, finalmente obtuvo su licencia oficial, cuando tomó un curso para convertirse en ajustador en motocicleta –a pesar de las protestas de la familia, a la que le preocupaba su tránsito por las calles de la Ciudad de México.

Abriendo brecha

Alondra es una verdadera pionera. Ha sido ajustadora en moto por 13 años y en Zurich México es parte de un equipo de 32 ajustadores. Cuando Alondra empezó, era la única mujer ajustador de seguros en la ciudad, y ahora otras mujeres han seguido sus pasos – aunque Alondra es todavía la única ajustadora que llega al accidente en motocicleta.

Ella pasa la mayoría de su tiempo en las calles ya sea ayudando a clientes o apoyando a su equipo. “Todos los días manejo, no importa el clima, porque en la Ciudad de México uno puede tener todas las estaciones del año en un solo día,” cuenta Alondra. Pero ni así cambiaría dos ruedas por cuatro.

“Me encanta andar en moto. Es una de las cosas que más disfruto en la vida. Y hacerlo mientras puedo ayudar también a los clientes, es el trabajo de mis sueños. “Es difícil, todo un reto, hay que ser valiente y tener las ganas de ayudar a la gente. Y además te tiene que gustar el trabajo.”

Pero ¿recomendaría su labor a sus dos hijas, de 5 y 11 años? “Estaría feliz y las apoyaría si quisieran seguir mis pasos o manejar una motocicleta. Mi hija menor ya ama las motos.”

Si una de las hijas de Alondra se decide a convertirse en ajustador y andar en moto, será su madre a quien tengan que agradecer por romper las barreras y por atravesar las brechas de género.

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